Con el surgimiento de Facebook e Instagram comenzamos a adentrarnos en el dilema de existir.
A mediados del 2015 la frase “si no estás en redes sociales, NO EXISTÍS”, nos quedaba grande. Incluso todo lo que veíamos en la primera temporada de Black Mirror resultaba algo atípico, imposible de suceder, o al menos, no en los próximos 10 años.
Hoy, la metáfora de no existir por no “estar” en redes, se vuelve cada vez más real.
Las medidas tomadas para la prevención del SARS-CoV-2 desembocaron en aislarnos de otras personas. Seres sociales con la necesidad de socializar y sin embargo, imposibilitados de hacerlo. Por un lado por la lógica que supone la expansión del virus, y por el otro, por el compromiso social que tenemos como humanidad.
Sin embargo, más allá de entender la peligrosidad que implica vincularnos con otros, no podemos evitar sentir que queremos conectar, compartir y saber sobre la vida de los demás.
¿Cómo logramos comunicarnos si debemos estar asilados?
Es justo en este punto donde algunos sitios de internet nos dan la bienvenida, y es aquí donde intentamos suplir el vacío que sentimos al no poder vincularnos.

Según Mark Zukerberg, el creador de Facebook, en años posteriores tendremos avatares dispuestos a comunicar lo que sentimos y pensamos.
En su última aparición pública en Europa, expresó su obsesión por querer que todos estemos conectados y a su vez explicó cómo será el mundo virtual que imagina.
Según el empresario, la realidad virtual será el próximo gran contenido compartido como anteriormente lo fueron, por orden cronológico, el texto, la imagen y el vídeo.
Así lo indicó en un evento celebrado en Barcelona donde habló de su obsesión por conectar al mundo, «Conectar a las personas tiene un significado muy profundo para mí», apuntó.
Considerando los deseos y obsesiones del empresario, más las pandemias que nos rodean, ¿estamos afirmando que pronto pasaremos de mirar el celular a vivir mediante una imagen animada?
Y es que en las prácticas actuales no hay mucha diferencia.
En mi caso particular, antes de conocer los planes de Mark, tenía miedo a cómo me vería en la ancianidad. Hoy, no dejo de pensar en cómo será mi avatar, ya que todo indicaría que es quien va a reemplazar mi existencia.
Si la lógica de Mark es que estemos conectados ¿Por qué todo parece tan irreal?

Cuando nos conectamos a un sitio nos desconectamos de otro.
- ¿Se puede vivir eternamente conectado?
- ¿Qué tipo de “conexión” es la que estamos experimentando?
Si yo me conecto a tu vida (a tu insta) y vos te conectas a la mía (a mi insta), ¿Quién de [email protected] dos está viviendo?
Sería muy cómodo responsabilizar a Facebook, Instagram, y demás redes sociales por nuestros usos excesivos con el teléfono. Es evidente que un trasfondo nos convierte en depredadores de tiempo 2.0
Consumir la vida de otros a través de Instagram, Snapchat o Tik Tok, se ha vuelto un plato delicioso. Mientras que demostrar nuestra existencia se vuelve una paradoja complicada.
¿Cómo sé que existo si no estoy en ninguna red social?
¿Quién garantiza mi existencia? ¿Quién me devuelve la mirada?
Esto no se trata de tecnofílicos y tecnofóbicos, esto va de sentir que estamos VIVOS. Porque a pesar de que el aire se vuelva cada vez más artificial, nos gusta imaginar que dentro de un LIKE, hay alguien viéndonos.